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Sunday, December 25, 2005

La democracia... esa dictadura de la estadística

La democracia; esa dictadura de la estadística.

Los atenienses inventaron el ostracismo, una votación democrática en la que se escribía en un trozo de cerámica (ostrakón) el nombre de la persona que se pretendía expulsar de la ciudad. Con 6000 votos se desterraría a Arístides, a quien abordó un anciano medio ciego y le pidió que escribiera “Aristides” en su cerámica. Pero ¿qué mal te ha hecho ese Aristides para que quieras mandarle al destierro? Y el anciano contestó: Nada, sólo que estoy harto de llamarlo el justo.

No quiero agujerear al sistema político menos malo que ha existido en la historia del país (a pesar de que tanto muchos ladrones compadres felipistas como numerosos farsantes caciques aznarianos se han empeñado durante años en eliminar la ilusión depositada en él), tan sólo deseo concienciar a la gente de:

1.Como dice Saramago, esto, más que una democracia, es una tomadura de pelo, dado que quienes realmente mandan (jefes de multinacionales, el presidente del FMI, el de la OTAN, el de la ONU...) no han sido elegidos por votación popular.

2. La masa es tan moldeable como fácil de arrastrar por la corriente. Es más sencillo convencer de una vez a muchos que a uno sólo, por lo que una democracia puede acabar convirtiéndose en un alud de mediocridad.

Pericles, quien más defendió la misma democracia que poco después asesinaría a Sócrates, lloraba en el juicio en el que el vulgo condenaba a la mujer que amaba; pero no lo hacía por ella, sino porque se daba cuenta de que el sistema que él había defendido durante toda su vida se había convertido en una incubadora de ruindades humanas.

Ojalá llegue pronto el día en que nos merezcamos vivir sin mantener a ningún gobierno.

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