Contador de cronopios

Free Hit Counter

Monday, July 26, 2021

Boda de Jose y Marta

         


    ¿Te cuento un cuento, Mateo? Érase una vez una niña risueña, rubita y de ojos color avellana que soñaba todos los días con un príncipe azul, o más bien morenito. La distancia entre los dos era abismal pero, gracias al intenso deseo de la niña, cada día se iba acortando. A medida que pasaba el tiempo, lo iba haciendo a pasos tan agigantados que un día se sobrepasó, es decir, la niña pasó a ser la princesa azul del antiguo príncipe morenito. Ella ya se había convertido en un mujer de rompe y rasga, honesta, de las que siempre van de cara, con un gran corazón y una enorme belleza (Martita, monumento, vamos), y él de niño había sido tremendamente travieso, muy inquieto, tanto que en casa comenzamos a llamarlo Jose el malo, hasta que nuestro abuelo Ricardo, que no necesitó hacer ningún master en psicología para saberlo, nos abroncó diciendo que si a una persona le llamábamos una y otra vez malo, acabaría siéndolo. Así dejamos de llamárselo y, paradójicamente, ese niño malo hoy se ha convertido en un joven lleno de bondad y simpatía, de feliz figura, muy bien decorado por fuera y con la gran cualidad de que es el único en el mundo que sabe apreciar mis tronchellinis. Y Borja, que los llama atronchelinis porque dice que atronchan. No fue todo un camino de rosas, seguro que a Marta no le hacía mucha gracia que Pibe se comiera siempre el último trozo de pizza o que todos los sábados llamase a su amigo Avión para decidir que ropa se ponían, tampoco le gustaría a Pibe que Marta se quedase irremisiblemente dormida cada vez que intentaba leer el libro de su cuñado May. En dos años alcanzó tres páginas... pero se enamoraron. Entre los dos construyeron un enorme castillo: con discoteca, bar (el mejor del pueblo después del Canucha), pista de baile, zona chill out, incluso con un foso con un cocodrilo... un hogar siempre abierto a familiares y amigos, e incluso a alguno que no es tan amigo, a los que acogen como si de un agujero negro se tratara, porque te encuentras tan a gusto allí que cuesta mucho salir ¿Elena? ¿Fay?. Hoy, aquí, estos príncipes quieren convertirse en reyes. Hubo siempre una muy buena amistad entre los padres de ambos, entre Antonio y Fefi y Miguel y Paqui, y seguro que si hoy pudiesen estar los cuatro juntos se sentirían tremendamente dichosos de vuestra unión. En los cuentos de hadas siempre sucede que no sabemos que pasará el día después de que los protagonistas coman perdices. Igual Blancanieves se fuga con un enanito Gruñón o al príncipe le da por perderse en las casas de apuestas. En este caso yo os aseguro que Marta y José seguirán comiendo perdices muchos días y serán felices durante mucho tiempo.