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Saturday, December 27, 2014

¿Con qué salsa queréis ser cocinados?




          Érase una vez un grupo de miles de opositores extremeños que llevaba cuatro años deambulando por la selva. Se entrenaban y trabajaban duro con la esperanza de ser aceptados por una tribu. Un día se encontraron con la señora Admón, jefa de una tribu, que les hizo muchas promesas y les pidió que la acompañaran a un poblado, donde también estaban un grupo de señores, llamados Sindicatos, que se encargaban de defender sus derechos. Una vez allí, la señora Admón les dijo que todos los opositores serían cocinados, pero que no se preocuparan porque ellos mismos podrían, a través de los señores Sindicatos, elegir la salsa con la que serían cocinados. El señor PIDE eligió una deliciosa salsa boloñesa con un toque de pimienta, el señor CSIF, una salsa tártara con un toque de comino... y así sucesivamente, hasta que entre ellos se pusieron de acuerdo en una salsa que era combinación de todas. Sólo el señor ANPE se negó a elegir una salsa para los opositores. «No lo entiendo, pero si somos tan generosos que os dejamos elegir la salsa a vosotros», dijo la señora Admón a ANPE. Entonces uno de los miles de opositores alzó la voz: «¡Es que nosotros no queremos ser cocinados!». A lo que la señora Admón, enfadada, respondió: «¡Ah, no! Que seréis cocinados está fuera de toda negociación, es una imposición de la tribu, pero os dejaremos elegir la salsa. ¿Con qué salsa queréis ser cocinados?»


Wednesday, November 26, 2014

Bilingüismo sí... by all means



               No sé en la experiencia de quién se basa Alfredo Aranda para asegurar que los programas de bilingüismo hacen que baje el nivel de las asignaturas. El inglés lo sigue evaluando el profesor de inglés y en estas otras asignaturas esta lengua franca se usa como una herramienta más para la ampliación de conocimientos. Por otro lado, ver el aprendizaje del inglés como una claudicación ante Estados Unidos me parece de cazurros, un pensamiento retrógrado propio de personas a las que oscuros prejuicios les impiden progresar. A lo mejor si Alfredo Aranda fuera un bárbaro en los tiempos de la antigua Roma también se negaría a que se construyeran calzadas, acueductos, teatros... o a aprender latín, por no ceder ante el imperio. Dice Alfredo que “en algunos centros los niños bastante tienen con aprender a leer y a escribir en español”. Lo cual me parece otra cazurrada casposa más. El bilingüismo es siempre opcional, y yo todavía no me he encontrado ningún centro en el que no haya un número significativo de alumnos con capacidad e ilusión para aprender mucho más. Y si al aprendizaje de la asignatura en cuestión le sumamos el del inglés, tanto mejor. El bilingüismo nos ha dado la oportunidad de mejorar la formación de alumnos y profesores, nos ha enriquecido con intercambios con otros países (en Alemania y Francia nos llevan años de ventaja), nos ha abierto la mente para aprender y compartir diferentes estrategias de enseñanza... En fin, don Alfredo, mientras usted piensa seguir anclado en sus viejas creencias yo me lleno de satisfacción cuando mis alumnos resuelven problemas en inglés de trigonometría, entienden un documental de la BBC sobre el teorema de Fermat, saben explicar en inglés el proceso de resolución de una ecuación o pueden responder en inglés a preguntas sobre la proporción áurea.

Monday, June 16, 2014





El ruido del tiempo


       Cuando algún escritor joven ofrecía su manuscrito a Hemingway, éste siempre respondía lo mismo: «No lo leeré; si me gusta me sentiré mal por no haberlo escrito yo y si no me gusta me sentiré mal por haber perdido el tiempo». En el caso de Mario Sánchez Jiménez creo que Hemingway se equivocaría. No habría disfrutado con la lectura de esta serie de relatos de una originalidad majestuosa y una tan acertada visión del lado oscuro de la vida. Si sumamos el toque misterioso de Poe, la captura del momento vital de Joyce, el punto oscuro de Salinger y la prosa directa y seca de Carver obtenemos El ruido del tiempo. Un conjunto de relatos que, como su autor dice, son una metáfora evocadora de ese sonido tumultuoso que, día tras día, se va grabando en las personas. Estas historias formidables están plagadas de personajes tan peculiares como un mendigo pijo, un condenado a muerte que se cree unido a una mosca, un anciano joven o un gran viajero que no ha salido de su pueblo. Me gustaría saber qué misteriosas pulsiones del autor le han llevado a engendrar el germen de este conjunto de lúcidas epifanías; unas epifanías que marcan para siempre las vidas de todos los personajes. Lo más sorprendente es que a Mario Sánchez Jiménez no le basta con llevarte a través de una inquietante coherencia a un abismo lóbrego y cenagoso mientras expone la trama, sino que, además, las frases finales sacan un brazo de la página y te zarandean sin piedad para dejarte perplejo y pensativo durante mucho tiempo: “Los días de guerra me han perforado para siempre, pienso, mientras miro inmóvil a ninguna parte”. “...nunca llegará a saber que su marido quiso matarla”, “mientras las aguas iban tomando el color de la sangre y de la muerte”... 

Thursday, March 13, 2014

El diablo es un hombre ocupado

          
                   Y cuando encontraba algo que estaba nuevo o cuando limpiaba el cobertizo de las máquinas o la bodega a menudo papá descubría que tenía algún trasto que ya no quería y del que tenía que librarse y como estaba muy lejos para llevarlo en la camioneta hasta el vertedero o a la tienda Goodwill del pueblo llamaba por teléfono para poner un anuncio en el Trading Post del pueblo para regalarlo a quien lo quisiera. Porquerías como un sofá, una nevera o una caña vieja. El anuncio decía: Es gratis ven y llévatelo. Y aun así siempre pasaba un tiempo desde que lo ponía hasta que alguien llamaba y el trasto se quedaba en el porche molestando a papá hasta que uno o dos tipos del pueblo llegaban por fin a casa para echarle un vistazo. Y resultaba que se mostraban desconfiados y ponían una cara impenetrable como si estuvieran jugando cartas y daban vueltas alrededor del trasto y lo tocaban con la punta del zapato y decían: Dónde lo has encontrado qué le pasa cómo es que tienes tantas ganas de librarte de él. Negaban con la cabeza y hablaban con su parienta y dudaban todo el tiempo y sacaban a papá de sus casillas porque lo único que él quería era regalar una caña vieja a cambio de nada y sacarla del porche y en cambio allí seguían robándole su tiempo y obligándole a dar más y más rodeos con aquella gente para convencerlos de que se la llevaran. Hasta que se cansó y entonces cada vez que quería librarse de algo lo que hacía era colocar un anuncio en el Trading Post y poner cualquier precio idiota que se inventaba sobre la marcha cuando hablaba por teléfono con el tío de Trading Post. Cualquier precio idiota que fuera prácticamente nada. Rastra Vieja Con Dientes Un Poco Oxidados $5, Sofá Cama JC Penny Verde y Amarillo $10 y rollos por el estilo. Y entonces pasó que llamaba la gente el primer día que el Trading Post publicaba el anuncio y se acercaban desde el pueblo y hasta venían de otros pueblos más lejanos donde también se recibía el Trading Post y aparcaban removiendo toda la grava y apenas miraban el trasto e intentaban que papá se quedara con los cinco dólares o los diez dólares como fuera antes de que alguien más se lo pudiera quedar y si era algo pesado como el sofá yo les ayudaba a cargarlo y se lo llevaban en un santiamén. Ponían una cara distinta, igual que sus mujeres en la camioneta, estaban contentos y sonrientes y cogían a la parienta por la cintura y se despedían de papá con la mano cuando se alejaban. Muertos de felicidad por haberse llevado una rastra vieja por prácticamente nada. Le pedí a papá que me explicara cuál era la moraleja de aquello y me dijo que debía ser que no se podía enseñar a cantar a un cerdo y luego me dijo que fuera a sacar la grava de la zanja con el rastrillo antes de que se le jodiera el desagüe.

Foster Wallace