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Monday, June 11, 2007

Elogio a la tristeza de la dulce Mara.


No es tu encomiable trabajo en la elaboración de un libro tan coral lo que me asombra. Tampoco tu calidad juntando unas palabras que sin duda vivías, ni siquiera tu enorme capacidad para meterte en los más tristes momentos de los más melancólicos personajes. Lo que más me asombra de ti, querida Mara, es tu valentía. Te has embarcado en el proyecto de revivir cuatro inmensas tristezas, sabiendo que el arte nunca compensa, sabiendo que ibas a experimentar una profunda angustia durante largos meses para crear unas páginas que cada lector devorará en unos días. Recuerdo a Miguel Torga: A los que me dicen que les hubiera gustado escribir lo que yo, me hubiera gustado preguntarles si en ese deseo de ser el autor de lo que yo he escrito incluirían aceptar las mil amarguras que me movieron a escribir esas páginas. Sentir la muerte de Dulce Chacón fue lo más sobrecogedor, la historia de Veva provoca un sufrimiento difícil de eliminar, la ternura de ese músico que llora al recordar a su profesora te obliga a parar y meditar y, por último, con un guiño al teatro, relatas un dolor más de madre que de viuda. Querida Mara, me conquistó tu esencia a lo Jean Seberg en Al final de la escapada, me sedujeron tu simpatía y tu sencillez. Ese caudal de magia que llevas dentro. Todo ello me ha hecho vivir las páginas de este libro tan triste y valiente con un cariño aún más inmenso. Por desgracia, Mara, nosotros dos ya hemos aprendido que la angustia es un sentimiento terrible que te quieres arrancar de dentro. Ojalá que tu próximo libro cuente cuatro historias felices: Contigo.