Contador de cronopios

Free Hit Counter

Saturday, July 28, 2012

De lo que aconteció a un registrador de Santiago con don Pueblo



           En Santiago había un registrador llamado Mariano que quería saber nigromancia, y oyó decir que don Pueblo sabía. Entonces fue a Toledo a verlo. Mariano rogole que le mostrase la ciencia. Don Pueblo díjole que él era hombre que podría llegar a gran estado y que estos, desde que lo suyo han resuelto, olvidan muy deprisa lo que otro ha hecho por ellos. Y Mariano le prometió que de cualquier bien que tuviese, que nunca haría sino lo que él mandase. Don Pueblo llamó a una manceba y díjole que preparase perdices, mas que no las pusiese a asar hasta que él lo mandase. Entonces le llegó un mensaje a Mariano anunciándole que acababa de ser nombrado concejal. Y de allí a unos tres días le anunciaban que sería diputado. Don Pueblo lo llamó apremiándole para que ayudase a los trabajadores. Mariano le pidió calma. Y de allí al cabo de unos años, era nombrado ministro. Y cuando don Pueblo lo oyó, lo apremió para que ayudase a los parados. Mariano le pidió calma. Unos años después, Mariano se convertía en el nuevo presidente. Don Pueblo pidió audiencia para pedirle que ayudase a los pobres. Mariano díjole que si volvía a apremiarle lo mandaría a la cárcel, que era hereje y mago. Entonces Don Pueblo dijo a Mariano que pues otra cosa no tenía para comer, que se habría de tornar a las perdices, y llamó a la mujer y díjole que las asase. Cuando esto dijo don Pueblo, se halló Mariano en Toledo, registrador de la propiedad, con una infinita vergüenza. Y Don Pueblo díjole que se fuese con buena ventura y que, ya que había probado lo que había en él, ni siquiera se merecía su parte de las perdices.