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Monday, June 16, 2014





El ruido del tiempo


       Cuando algún escritor joven ofrecía su manuscrito a Hemingway, éste siempre respondía lo mismo: «No lo leeré; si me gusta me sentiré mal por no haberlo escrito yo y si no me gusta me sentiré mal por haber perdido el tiempo». En el caso de Mario Sánchez Jiménez creo que Hemingway se equivocaría. No habría disfrutado con la lectura de esta serie de relatos de una originalidad majestuosa y una tan acertada visión del lado oscuro de la vida. Si sumamos el toque misterioso de Poe, la captura del momento vital de Joyce, el punto oscuro de Salinger y la prosa directa y seca de Carver obtenemos El ruido del tiempo. Un conjunto de relatos que, como su autor dice, son una metáfora evocadora de ese sonido tumultuoso que, día tras día, se va grabando en las personas. Estas historias formidables están plagadas de personajes tan peculiares como un mendigo pijo, un condenado a muerte que se cree unido a una mosca, un anciano joven o un gran viajero que no ha salido de su pueblo. Me gustaría saber qué misteriosas pulsiones del autor le han llevado a engendrar el germen de este conjunto de lúcidas epifanías; unas epifanías que marcan para siempre las vidas de todos los personajes. Lo más sorprendente es que a Mario Sánchez Jiménez no le basta con llevarte a través de una inquietante coherencia a un abismo lóbrego y cenagoso mientras expone la trama, sino que, además, las frases finales sacan un brazo de la página y te zarandean sin piedad para dejarte perplejo y pensativo durante mucho tiempo: “Los días de guerra me han perforado para siempre, pienso, mientras miro inmóvil a ninguna parte”. “...nunca llegará a saber que su marido quiso matarla”, “mientras las aguas iban tomando el color de la sangre y de la muerte”...