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Wednesday, May 17, 2023

Presentación de Sexo, ruidos y primavera




Buenas tardes a todos. Gracias por venir. Voy a ser breve. Hablaré un poco de Carmen, un poco del libro, luego ella tomará la palabra y al final podréis preguntarle lo que queráis. 


Salvador Dalí decía que se sentía tremendamente afortunado por haber nacido en el siglo XX. Si hubiese nacido en otras épocas, según él, probablemente lo habrían torturado o quemado en la hoguera por el hecho de ser tan diferente.

Conociéndola, a mí no me extrañaría que Carmen hubiese sido gurú en la India, escudo humano en Palestina, actriz en Bollywood, dramaturga roja en la Alemania nazi o la Libertad guiando al pueblo en el cuadro de Delacroix, pero, para fortuna de sus alumnos, eligió ser profesora de Filosofía. Y es que, probablemente, la mejor cualidad de Carmen, en su literatura y en su vida, sea la valentía. “En otro tiempo he tenido que ser gota de lluvia”, decía en su primer libro. Nadie puede permanecer indiferente ante el hechizo de Carmen, posee esa magia arrolladora que revoluciona cada sendero por el que pasa. 


Por todo ello, cuando me dijo que había escrito un libro erótico me sorprendí y no me sorprendí. Dicen que ante una actuación de Lola Flores en Estados Unidos, el NY Times publicó: No sabe cantar, no sabe bailar pero, por favor, no se la pierdan. Este libro no es una novela, no es un cuento, no es un ensayo, no tiene trama, pero... por favor, no se lo pierdan.


       Cuando alguien me dice que no le gusta leer me dan ganas de darle el pésame. Es como si me dicen que no les gusta el sexo. Pues en este ejemplar, para suerte de todos, se reúnen ambas cosas: lectura y sexo. Me dais envidia aquellos que no lo habéis leído porque tenéis la oportunidad de disfrutarlo con los ojos sorprendidos de la primera vez. Hay una alternancia de textos personales y filosóficos con otros descaradamente eróticos. Yo prefiero en los que veo más la deliciosa profundidad de Carmen, aunque también admito que los eróticos no me han dejado precisamente indiferente. Quizás no estén tan lejos ambos temas y cito a Carmen: “¿Acaso, llegado el momento, no seré yo capaz de diferenciar el suspiro final de un orgasmo del suspiro final de la muerte?”


El primero de los textos, (mi favorito) con tintes cortazarianos, cuenta simplemente el viaje de la narradora en un autobús, meditando sobre esos rostros anónimos que el azar ha puesto en su camino. “Parece que nadie está esperando que pase nada”, dice. Pues sí pasa, pasa que Carmen saca petróleo de un hecho tan trivial dando luz al exotismo de lo cotidiano, que diría François Truffaut. Además, a lo largo del libro, la buena de Carmen nos va dejando algunas perlas filosóficas. Os leo algunos ejemplos:


“Recuerdo que Bertrand Russell ponía un ejemplo acerca de si las cosas existen cuando nosotros no estamos. En concreto, si cierras una puerta: ¿quién te asegura que lo que habías visto al otro lado sigue existiendo si tú no lo ves?”


“Ya en la ancianidad, Jeníades le preguntó a Diógenes cómo preferiría ser enterrado cuando llegase la hora. A lo que Diógenes contestó: Boca abajo, porque en breve ha de volverse todo al revés”.


“Y entonces pienso en el tiempo heideggeriano, como una colección de ahoras, de estar en el mundo y de ser para la muerte. Y pienso, como él, que la muerte garantiza nuestra libertad, porque me obliga a vivir aprovechando todas las posibilidades”.


No es fácil ser Carmen. Lo sé por razones profundas, por haber tratado de serlo a lo largo de mi vida; conozco los fracasos, las renuncias y las traiciones. Ser multitud es simple, basta con dejarse ir y la vida hace el resto. Ser Carmen es contrapelo, contraluz, contranovela, contradanza, contratodo, contrabajo, contrafagote, contra y recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y que tiene fuerza de ley.


Ya lo decía Cortázar, al igual que Dalí. Entiendo que siendo una persona tan especial a veces tenga que luchar contra enormes molinos de viento. Ojalá Carmen logre derribarlos a todos.