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Sunday, March 30, 2008

El sino del vino por Luis Miguel Miraflores


Cuentan las malas lenguas que Extremadura es tierra sin raíces, encrucijada de tantas. Pero no hay que hablar de la gente, sino del paisaje, que aquí sobra. Aquí, en Extremadura, la viña está en todas partes y es amada por la gente, tal vez por su maltrecho porte, o porque despaciosamente mete sus manos en la profunda tierra para apoderarse de su brebaje. En septiembre, durante la vendimia, con crueldad se le arrancan grandes lágrimas azucaradas a la parra, que llora sin quejarse. Y durante el desove de sus uvas sale el zumo de su vientre, como si nada, como si fuese magia. Esto no es tan sencillo. Esto requiere un arte, una maestría y práctica del que sabe el oficio, que no es poco. Al tiempo, ese líquido se convierte en goloso, que a veces tiene color blanco, otras rosado, y las más de las veces tinto, y acaba sirviéndose en la copa rebosante de jóvenes y amantes, que charlan hasta que se acabe. Cuenta la leyenda que fue en Persia donde el vino pasó de veneno a embriagante. Fue una futura reina que, pensando en suicidarse por mal de amores, bebió por sufragio de un posible veneno abandonado en pellejos de vacas que estaban olvidados en los sótanos del palacio, y al poco tiempo acabó bailando consigo misma, desnudándose, y regocijándose en la brisa de su propia desgracia. Aquí la historia es otra. Aquí los jornaleros se casan y se mueren rodeados de viñas. Se duermen pensando que los racimos exhalan el olor de su codiciosa fragancia. Para algunos el vino es de holgazanes o haraganes sin vergüenza, para otras personas es la hermosa traducción de la música áurea que el Sol vomita cada mañana cuando se levanta. Del vino se ha dicho de todo, bueno y malo. Se cuenta de que al tomarlo, ya sea en la noche o en la mañana, los ojos se encienden como si fuesen verdaderas velas del alma. Si. La verdad es que el vino tiene fuerzas extrañas, un halo misterioso, que posee al cuerpo y no lo deja, eternizando en completitud al espíritu, incluso que tiene algo de milagroso, por lo que hizo Jesucristo en tiempos de hambre. El vino, además, es poético, porque al embriagarse uno se encuentra asociado a la mística, alcanzando a ver las cosas que otros no son capaces de ver. Para Extremadura el vino es la sangre que recorre la tierra, que embebe a las raíces y a las gentes, y que, a diferencia del agua, no estropea los caminos ni los intestinos. Pero de tanto adorarlo que hay veces que se cometen absurdeces, como la de aquel hombre que, cegado de borrachera, se bebió su propia sangre creyendo que por el color rubí que manaba de su cuerpo había descubierto el mayor manantío de oro tinto.

Friday, March 28, 2008

Cobardía occidental frente al Tíbet.


Lo que sucede en el Tíbet recuerda a los últimos días de la 2ª República española, cuando ante la vergonzosa mirada indiferente de las democracias occidentales, el ejército se rebelaba destruyendo una democracia para instaurar una dictadura. Si Bush quiere petróleo, se inventa armas de destrucción masiva e invade Iraq, así, además “salva al pueblo de un infame dictador”. Miles de tibetanos viven exiliados, oprimidos, encarcelados, apalizados... sin que nadie en occidente mueva un dedo. Sarkozy baraja la posibilidad de un boicot a los juegos y no se suma ni dios. Ningún presidente recibe al Dalai Lama. Todos giran la vista, ya que China es un mercado muy goloso, mejor tenerla como amigo, y estos del Tíbet no tienen petróleo. Como pretexto para la invasión, en 1950, China dijo que liberaría al Tíbet de los invasores extranjeros y la anexionaría a la Tierra Madre, pero en tierra tibetana sólo había 5 extranjeros en aquel tiempo. Desde entonces China ha abusado de la explotación del Tibet: con sus medidas de caza y pesca ha hecho desaparecer varias especies, ha usado la región como depósito de residuos nucleares, ha destruido el 80% de sus bosques, ha derrocado templos budistas para construir burdeles, ha torturado y ejecutado a miles de monjes... Familias enteras con niños pequeños cruzan cada año las montañas que los separan de la libertad a 6000 metros de altura. Muchos huyen en invierno, ya que en esa época China relaja la vigilancia debido al frío. Ese frío hace que algunos mueran o pierdan sus dedos... Hay una francesa apresada en Colombia y se arma un gran revuelo internacional, aquí ya van 140 muertos en dos semanas y no pasa nada, pero, da igual, estos son orientales.