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Tuesday, September 04, 2007

MariaG escribe sobre Imeres Apraxias.


Empecé a leer tu novela en los días vacíos, como los que Milos compartía con Ariadna mientras languidecía el verano. Aunque al principio no sabía bien por dónde iban los tiros (puede que ahora tampoco), sentí enseguida la tentación de continuar leyendo, de sosegar el vacío. El amor de Milos y Ariadna tuvo la culpa y las historias de Melampos, Nagras, Tivos (!las tivadas!), Cardios, las láminas de arte, Théos, un maestro de la eternidad, las playas del Egeo y la leyenda de los centauros, Milos y Ariadna...

La historia engancha y la erudicción que vierten sus páginas, también (me refiero, por ejemplo, a las numerosas referencias clásicas, la filosofía moderna, la pintura...) Entre muchas de las definiciones de lo que es la literatura, una de ellas hace alusión al concepto de "intertextualidad", ya sabes, la capacidad de reflejar historias que beben de muy diversas fuentes. Imeres Apraxias hace gala de esta virtud. No me parece, por otro lado, una novela "acomodaticia", la simbiosis de géneros, como el epistolar, narrativo, digresivo, etc, es audaz y un tanto caótica, como la propia vida.

Las digresiones dentro del relato son vehementes, idealistas; implacable el retrato del padrastro de Ariadna, Pacitán y el imposible universo militar. También es vivísima la descripción de los horrores rurales: las mujeres y los ancianos ociosos y el veto de lo diferente, así como esa virtud paradójica de la hospitalidad de sus gentes. Hay en ese fragmento una frase sensacional que alude al "Pecado Madre" no sólo de las pequeñas poblaciones, sino también de toda la humanidad: " El único defecto que se alimenta de virtudes, la envidia". Me han alcanzado muchas frases que mi lápiz ha subrayado, algunas por su contenido y otras por la belleza de su expresión.En fin, la novela está escrita con exquisitez. Huele a talento.

María Jesús Fernández Ruiz. Profesora de inglés. Torrelavega. Cantabria.

Friday, August 31, 2007

Caótica Ana.


Los ojos de Ana, de un inmaculado verde vida, conforman la bella esencia y el motor de esta historia. Su desnudo natural y sano, sus rastas, su sonrisa y su pureza nos obligan a abrirle el corazón. Su padre, un monstruo de las cavernas, es feliz viviendo sólo para ella. Bebe, esa parda del coló de la tierra, a modo de Sancho Panza, toca el mundo con unos dedos rugosos y cansados que no se resignan, pero que siguen chocando una y otra vez contra la crudeza del hombre. Antonio Vega, cantando la desgarradora Agárrate fuerte a mí María (compuesta por el inmenso Enrique Urquijo a su hija) crea la atmósfera necesaria para la escena más conmovedora de la película.
A uno le pueden gustar detalles como la alegre nieve que cae en el retiro, el indio gordo y borracho tirado a la puerta de un bar, la personalidad de unos cuadros llenos de vida y color, el remite de Klaus Médem... o uno puede fascinarse con símiles tan hermosos como el de la paloma y el halcón, como el de las diferentes puertas que siempre encontramos en el camino... pero nunca ha de olvidar el verdadero fondo de lo que nos transmite Médem: la generosidad del género femenino a lo largo de la historia, el sacrificio de tantas mujeres, mártires de la libertad, que entregaron su vida por el bien de una ingrata humanidad. Si los presidentes de gobiernos fueran todos mujeres, no habría guerras, sólo ellas saben lo grande que es el dolor de una madre que pierde a su hijo. Médem es tan genial que incluso abarca a cubrir, por algunos importantes huecos, la necesidad de denunciar injusticias como la de los marroquíes con los saharauis o la de los americanos con los iraquíes. A pesar del consabido fracaso, la vida detrás de la vida es el enigma que sólo los que se quedan sin espíritu se cansan de intentar descifrar. El verdadero caos que expresa Ana es el que llevamos dentro cada uno de nosotros.

Thursday, August 23, 2007

Sobre la novela Imeres apraxias de Jose María Méndez.


Hace algunos días llegó a mis manos, por pura casualidad, esta novela de nombre raro (cuya traducción es Días Vacíos) de un tal Jose María Méndez de San Fco de Olivenza, Badajoz. Me llamó la atención también por la compilación de famosas pinturas de la contraportada. Comencé a leerla sin mucha fe pero, para mi sorpresa, unos minutos después me percaté de que había alcanzado ya la página veinticinco. Tan absorto y enganchado estaba con aquellas líneas que no pude dejar de leer hasta el final. El narrador, Milos, rebelde y soñador, relata su adolescencia con una inmensa nostalgia, y lo hace desde alguna desconocida atalaya en el tiempo. Amante de la música y la pintura, Milos se va topando de lleno con la realidad de su pequeño pueblo griego “Halki”, donde no entienden su espíritu liberal. Ariadna, una chica profunda y de vocación humanitaria, lo comprende, pero juntos se enfrentan a un destino lleno de obstáculos. El autor nos describe una apasionante relación amorosa, tan abismal como intensa. En esos años donde el amor es más puro y auténtico. Sin conocer a Jose María ni haber estado nunca en Grecia, me atrevo a decir que la idiosincrasia de esta pequeña localidad está muy muy relacionada con la vida típica de todos los pueblos extremeños. Sin dudarlo, apuesto por un halagüeño futuro de esta obra y su autor, y aconsejo su lectura.

Publicado en Hoy. 23-8-07. Luis Miguel Miraflores Campos.

Monday, June 11, 2007

Elogio a la tristeza de la dulce Mara.


No es tu encomiable trabajo en la elaboración de un libro tan coral lo que me asombra. Tampoco tu calidad juntando unas palabras que sin duda vivías, ni siquiera tu enorme capacidad para meterte en los más tristes momentos de los más melancólicos personajes. Lo que más me asombra de ti, querida Mara, es tu valentía. Te has embarcado en el proyecto de revivir cuatro inmensas tristezas, sabiendo que el arte nunca compensa, sabiendo que ibas a experimentar una profunda angustia durante largos meses para crear unas páginas que cada lector devorará en unos días. Recuerdo a Miguel Torga: A los que me dicen que les hubiera gustado escribir lo que yo, me hubiera gustado preguntarles si en ese deseo de ser el autor de lo que yo he escrito incluirían aceptar las mil amarguras que me movieron a escribir esas páginas. Sentir la muerte de Dulce Chacón fue lo más sobrecogedor, la historia de Veva provoca un sufrimiento difícil de eliminar, la ternura de ese músico que llora al recordar a su profesora te obliga a parar y meditar y, por último, con un guiño al teatro, relatas un dolor más de madre que de viuda. Querida Mara, me conquistó tu esencia a lo Jean Seberg en Al final de la escapada, me sedujeron tu simpatía y tu sencillez. Ese caudal de magia que llevas dentro. Todo ello me ha hecho vivir las páginas de este libro tan triste y valiente con un cariño aún más inmenso. Por desgracia, Mara, nosotros dos ya hemos aprendido que la angustia es un sentimiento terrible que te quieres arrancar de dentro. Ojalá que tu próximo libro cuente cuatro historias felices: Contigo.

Wednesday, February 07, 2007

La Realidad de Pablito

Les habla Pablito en persona. Siento decir que mi historia no es ninguna película sino la más pura realidad. Comencé a trabajar en una panadería, el “panadero ilustrado” me llamaban. Hacía tan bien mi trabajo que el jefe decidió que continuase repartiendo y no me subió a la oficina (como había prometido). Juanito se metió en política. Con sus millones, compró al equipo que hizo primer ministro a Berlusconi. Unas cuantas fotos elegantes, un puñado de slogans bien estudiados y se hinchó de votos. Yo me casé con una compañera de facultad que trabaja de taquillera en la estación. Como el dinero escaseaba y ella se quedó embarazada, decidí pedirle ayuda a Juanito. Ahora corrijo los discursos que le escriben. Todos los sábados por la noche, me emborracho con Don Pedro en el bar del pueblo, siempre discutimos sobre si es mejor Faulkner o Proust. No tenemos la culpa los Pablitos, nosotros hemos elegido el camino más noble y somos las peores víctimas, tampoco los Don Pedros, ellos nos han inculcado el amor a la sabiduría, creen de corazón en lo que hacen y quizás con unos cuantos más nos cargaríamos este infame sistema, ni siquiera culpo a los Juanitos, ellos no hacen más que aprovecharse de las grietas de unas leyes hechas a medida del poder, he contado mi historia con el único objetivo de denunciar la injusticia de una sociedad que no premia a quienes realmente se lo merecen, sino a quienes les toca.

Tuesday, January 23, 2007

Una de pablitos y juanitos.


Te fugas, no haces los deberes y no abres nunca un libro. Le decía Don Pedro al gandul de Juanito. Aprende de Pablo: todo sobresaliente, cuadernos inmaculados, trabajador y eficiente. Él será alguien en la vida… tú acabarás recogiendo colillas. Pasaban los años y las notas de Pablo mejoraban aún más, siempre a costa de un duro esfuerzo, mientras que Juanito era ya un caso perdido: Te arrepentirás de no haber estudiado. Le repetían. Pablo continuó superándose en la facultad: varias matrículas, muchos notables y 4 años para una carrera de 5 con curso erasmus incluido. Se había dejado la piel, pero no importaba porque al final tendría su recompensa. Mientras tanto, Juanito se levantaba a eso de las 12 y se iba al sol del parque a beber litronas y fumar canutos viendo a los jubilados jugar a la petanca. Pablo curró de camarero para pagarse un master de la hostia en el que le aseguraban empleo. Se piró a Madrid. A Juanito le dieron muchos puntos por lo de desempleado sin estudios así que consiguió una casa de P.O., aunque el Inem le obligó a hacer un cursillo de fontanero. Entre nómina y chapuzas se puso rápido en los 2000/mes. Consiguió vender la casa con un chanchullo e invirtió en otras dos. A Pablo le rechazaban los CV porque no tenía experiencia. Se le ocurrió opositar, para eso era un estudiante brillante. Aquella tarde de junio, después de un examen desafortunado, caminaba hacia Atocha con los otros 17497 con los que había optado a las 25 plazas. Entonces se encontró con Juanito, que iba en su Ferrari rojo descapotable agarrado a una rubia a lo Elsa Pataki. Éste le contó que llevaba desde abril de juerga y que se iba al pueblo a vender 5 chalets. Y Pablo le dijo: Si por casualidad ves a Don Pedro, dale recuerdos, a él y a la madre que lo parió.