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Saturday, May 08, 2010

Imeres, yo también he sido feliz, por Carmen Pérez.


Yo también he sido feliz. Quizá esta frase resuma el suspiro final al cerrar Imeres apraxias.

Soy una lectora llena de ansiedad, abrazo físicamente los libros que caen en mis manos y me convierto en un ser irresponsable y frívolo hasta que encuentro el punto de seducción de las palabras, las emociones y soy irremediablemente estúpida hasta que encuentro el momento en el que considero que merece la pena seguir leyendo algún libro recién adquirido. Por este motivo escribir sobre ello resulta ajeno y extraño a mi condición de lectora impertinente.

Pero el autor de esta historia me ha hecho feliz, desconozco muchos sucesos, objetos y personajes que aparecen en el libro, pero me ha hecho feliz y eso es suficiente para intentarlo. El ambiente construido, las características de los personajes, los lugares descritos, la profunda carga que cada personaje ha adquirido con el compromiso de su existencia me han permitido sentirme próxima e incluso me he visto reflejada en la pasión adolescente que ya había olvidado.

Con Tivos he recuperado algunas personas excepcionales de mi pasado, las que me hacían reir ridículamente y entonces nada importaba. Es cierto que podíamos reírnos hasta morir por anécdotas, invenciones, tonterías e inocentes ocurrencias. Todos hemos lanzado “tivadas” estupendas.

En la pasión de Theós he encontrado a un ser capaz de transmitir lo más positivo, lo único importante: la responsabilidad y el compromiso que cada ser humano tiene con el mundo en que habita de adquirir valores esenciales y útiles. Y sobre todo, la idea de que lo que consiga la mayoría no siempre es lo importante.

He revivido con intensidad mis primeros y desastrosos encuentros sexuales, totalmente identificada con las emociones que describe Ariadna ante su primer amor, el adonis, el inalcanzable, el macarra que todas perseguíamos. Aciertas de pleno al ponerte en la piel de Ariadna y describir la actitud de tantas chicas que han deseado ese primer beso convencidas de que con ellas sería diferente. Ha sido curioso y divertido a la vez.

Los domingos en las Cuevas eran muchos de los domingos pasados en los que jugábamos todos los adolescentes a dejarnos llevar por el placer, a escondidas, dispuestos a escapar y a arriesgarlo todo por unos minutos. No ha faltado detalle en esos encuentros y en esa espera desesperada de Milos cada domingo ..fantástica la descripción del momento de espera, la predisposición, la anticipación. Los preliminares eran mejores que la intensidad del acto.

Cardios es el padre perfecto para un personaje como Milos, moderno, comprensivo, un artista de la paternidad en solitario. Milos y Cardios son intensos en su relación, los dos sufren ausencias y sobreviven. Has construido con Cardios al contrincante perfecto de la medusa, la cara y la cruz del amor paternal, de la necesidad de protección que un hijo o una hija necesita.

Y aunque me suene extraño decirlo era necesario el suicidio de Melampos. Esa crisis existencial latente en su conversación con Milos pedía la muerte. El adolescente vacio, sin ser capaz de sentir la pasión por vivir tiene que terminar de un modo romántico ¿no?

A mi un libro me gusta o no me gusta, no se hablarte de estilo ni de figuras literarias, yo sólo me guío por emociones, por los latidos que vibran en mis sienes cuando leo…Imeres apraxias me gusta, he disfrutado con su lectura, me ha contagiado sentimientos y ha habido momentos en los que mis pensamientos estaban de repente allí, escritos por otra persona…algo genial.


Carmen Pérez. Profesora de filosofía. Puebla de la Calzada. Badajoz.