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Sunday, March 03, 2013

El regreso a España del abuelo Ernesto







              Los años y el poder de las raíces me han devuelto a estos parajes. Amo este lugar porque aquí fue donde nacieron mis ilusiones y mis sueños, donde sufrí y anhelé un futuro de color. Aquí encontré el cariño de gentes cercanas y amables. Me abrieron su corazón seres buenos que me dejarían para siempre marcado. Mis dioses son todos aquellos que me han ido ayudando a llenar la mochila con más ideas y más bondad. La vejez me trae de vuelta al inicio. Abandoné un país enormemente rico, lleno de posibilidades y de alegría, para encontrarme hoy, muchos años después, este desolado paisaje donde hasta reír es un enorme lujo. Muchos corruptos y explotadores no han sido capaces de pensar en la sociedad. Se han enriquecido destruyendo el bienestar de una nación. La miseria invade cada rincón de cada calle y no se detiene ni ante hospitales y escuelas. Los que nos prestan dinero exigen que el gasto público se reduzca infinitamente. Los hospitales ahora no tienen ni siquiera las mínimas condiciones en cuanto a sanitarios y medios, los profesores han perdido su estatus, su respeto. Sus sueldos disminuyen a medida que aumentan sus horarios y el número de sus alumnos. Aquellos colegios e institutos que para mí fueron esenciales en la excelente educación que recibí, donde auténticos especialistas tenían medios para desarrollar su trabajo, ya no son más que un borroso recuerdo. El país que dejé era una de las mayores potencias económicas; el país que encuentro está perdido en los abismos, con una deuda extenuante cuyos intereses se siguen disparando... Y con la peor sensación de impotencia entre una parte de los ciudadanos, quienes, hartos e indignados, ven cómo la propaganda del Gran Hermano sigue alelando a la otra parte. Ni siquiera un viejo de mundo como yo puede evitar la incertidumbre ante estos momentos decisivos. Sólo sé que ha aflorado entre muchos una idea nueva. Arrastrándonos humillados en los barrizales hemos podido descubrir que avanzamos juntos. Jamás habíamos sido tan conscientes de nuestra unión. La utopía está más cerca.

Wednesday, January 09, 2013

Yoigo-Almendralejo y el poder ciudadano


         

           Nunca antes había pagado por un móvil. Si es un aparato que hará que factures miles de euros de tu bolsillo a una compañía, no me cuadraba que hubiera que pagar por él. Aun así, hace unos días compré por 99 euros un Samsung en Yoigo-Almendralejo. A los siete días la batería dejó de funcionar. Tenía óxido. Quizás le había entrado humedad. Tras tres semanas mareándome, Yoigo no me ha dado ninguna solución. ¿Compras un aparato electrónico por 99 euros y no te dan ni siquiera una semana de garantía? Por otro lado, hace poco vi un cargo en mi cuenta del que no sabía. Cuando fui al banco me dijeron que ellos mismos me habían cobrado una especie de mantenimiento. Al reclamar, me devolvieron el dinero, pero, ¿y si no hubiera reclamado? Al ciudadano no le queda más remedio que convertirse en un incansable vigilante de absolutamente todo para que no le claven facturas de más en teléfono, luz, compras, agua, bancos... Y uno acaba bastante quemado. Los ciudadanos deberíamos ser conscientes de que el poder es nuestro. Si dejáramos de usar móviles, sus compañías se arruinarían, si no nos matriculáramos en las universidades, conseguiríamos que bajasen las tasas, si no usáramos los bancos, se hundirían. Todos estos tiburones piensan que, forzosamente, seguiremos usando móviles, bancos... Por eso creen tenernos en sus manos y abusan de nosotros todo lo que pueden. Se aprovechan al máximo gracias a aquellos que aceptan resignarse. Antonio Montesinos un día decidió ponerse en contra del imperio más grande de la historia, la España de Carlos I, denunciando los abusos a los indios. Y removió tantas conciencias que logró casi erradicar el maltrato y aceleró las independencias de muchos países cruelmente colonizados. En 1955, Rosa Parks, una mujer negra, decidió no cederle su asiento a un blanco en el autobús, que era lo que imponía una injusta ley en Alabama. Aquello provocó un cambio radical hacia la igualdad en la conciencia americana. La sociedad abrió los ojos ante el racismo. Se cambiaron miles de leyes. Como decía Thoreau, la fuerza de una sola persona con razón puede cambiar civilizaciones.
Así, animo a todo el mundo a que proteste ante cualquier injusticia. Sin miedo. Los ciudadanos tenemos mucho más poder del que creemos. El poder es nuestro.