Nunca antes había pagado
por un móvil. Si es un aparato que hará que factures miles de euros
de tu bolsillo a una compañía, no me cuadraba que hubiera que pagar
por él. Aun así, hace unos días compré por 99 euros un Samsung
en Yoigo-Almendralejo. A los siete días la
batería dejó de funcionar. Tenía óxido. Quizás le había entrado
humedad. Tras tres semanas mareándome, Yoigo no me ha dado
ninguna solución. ¿Compras un aparato electrónico por 99 euros y
no te dan ni siquiera una semana de garantía? Por otro lado, hace
poco vi un cargo en mi cuenta del que no sabía. Cuando fui al banco
me dijeron que ellos mismos me habían cobrado una especie de
mantenimiento. Al reclamar, me devolvieron el dinero, pero, ¿y si no
hubiera reclamado? Al ciudadano no le queda más remedio que
convertirse en un incansable vigilante de absolutamente todo para que
no le claven facturas de más en teléfono, luz, compras, agua,
bancos... Y uno acaba bastante quemado. Los ciudadanos deberíamos
ser conscientes de que el poder es nuestro. Si dejáramos de usar
móviles, sus compañías se arruinarían, si no nos matriculáramos
en las universidades, conseguiríamos que bajasen las tasas, si no
usáramos los bancos, se hundirían. Todos estos tiburones piensan
que, forzosamente, seguiremos usando móviles, bancos... Por eso
creen tenernos en sus manos y abusan de nosotros todo lo que pueden.
Se aprovechan al máximo gracias a aquellos que aceptan resignarse.
Antonio Montesinos un día decidió ponerse en contra del imperio más
grande de la historia, la España de Carlos I, denunciando los abusos
a los indios. Y removió tantas conciencias que logró casi erradicar
el maltrato y aceleró las independencias de muchos países
cruelmente colonizados. En 1955, Rosa Parks, una mujer negra, decidió
no cederle su asiento a un blanco en el autobús, que era lo que
imponía una injusta ley en Alabama. Aquello provocó un cambio
radical hacia la igualdad en la conciencia americana. La sociedad
abrió los ojos ante el racismo. Se cambiaron miles de leyes. Como
decía Thoreau, la fuerza de una sola persona con razón puede
cambiar civilizaciones.
Así, animo a todo el
mundo a que proteste ante cualquier injusticia. Sin miedo. Los
ciudadanos tenemos mucho más poder del que creemos. El poder es
nuestro.
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