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Thursday, December 09, 2010

Querido cronopio


No me fui bien de Buenos Aires; me fui rodeado de sombras. Irse no es nada, la cosa es darse cuenta que hay una mecánica de chicle, que te has quedado adherido y te vas estirando. En fin, si París me tragó ya los cinco sentidos, no pudo aún sacarme de mi pozo personal. Ordenar papeles, ver asomar letras, rostros, me ha dejado triste; cada libro coincide con un tiempo, una casa, una voz, una polémica. Me devuelven a latigazos a Buenos Aires. No estoy triste de estar en París. ¿He dicho asombro de vivir donde otros solamente dicen costumbre? Está bien, y ahora sé que es necesario que esté aquí, aunque el deseo acumulado termine por quitar verdadera realidad a las cosas. ¿Tú crees que Penélope habría gozado con Odiseo a su vuelta? He comprendido que uno sólo está en una ciudad cuando se queda a vivir un tiempo en ella. Pero el chicle, ya sabes.
Ahora, a más de la mitad de la vida, empiezo a ver el pasado como una monstruosa acumulación de errores. Jamás me perdonaré no haber venido a Europa a los veinte años, haber leído tantos libros tontos, haber escrito tantas cartas inútiles... Hasta ahora Europa me ha invadido de tal manera que no me deja ser yo mismo. Todo el tiempo estoy siendo el paisaje, los cuadros, los olores, la felicidad. No me importa no escribir. Nunca creí en las “misiones” de los escritores, y entiendo que el escritor trabaja por las mismas razones hedónicas que el opiómano enciende la pipa o el violinista toca Bach. Y mi felicidad personal me vale más que todo lo que pueda escribir. Si me pongo a trabajar, será para seguir siendo feliz o para combatir alguna infelicidad. Al mundo no hay que resistirle, hay que elegir bien el mundo que uno prefiere; y a ése, ah, a ése hay que darse a fondo, como cuando se nada o se duerme o se quiere.
Aquí trabajo sólo la mañana. Me queda tiempo para vivir como yo quiero; en una vagancia escandalosa de lecturas, cuadros y vino blanco. Me he lanzado a la lectura como un caníbal sobre una gorda inglesa perdida en la jungla; en cinco días he devorado siete libros. Voy encontrando en el camino a mis dioses de la adolescencia. Es un signo de muerte y de vejez, pero qué importa. La eternidad está enamorada de las obras del tiempo. Me faltan Picasso, Parker... Tal vez me sea dado verlos algún día. Puede ser que Dios exista; pero si realmente existe, creo que no somos su creación; apenas un esbozo, una pesadilla antes de empezar a ser verdad. Ya estoy harto de ver cómo de las cosas más hermosas nacen monstruos, cómo de la suma de factores aparentemente predestinados a la más grande felicidad salta el horror y la nada.
Claro que nos vemos poco, pero las órbitas de los hombres son complicadas. Yo me pasé la mejor parte de mi vida en una actitud nostálgica frente a lo que se quedaba irremediablemente atrás; ahora prefiero vivir en el presente y, cuando puedo, proyectarme hacia el futuro. Puede ser que en él dispongamos de más tiempo y podamos vernos con esa alargada negligencia de los buenos amigos; disfrutar de eso que yo amo por encima de todo: vagar con alguien a quien quiero, demorarme largamente delante de un vaso de vino o a las orillas del Sena, entrar en las librerías, mirar a la gente, sentirse vivo sin apuro.
Enormísimo cronopio, te doy permiso para que pongas esto en tu blog. Para ser digno de un lugar así, yo, por lo menos, tendría que valer más de lo que valgo. De todos modos, entradas así le prueban a uno lo que vale en el corazón de los otros, y eso obliga y empeña.
Y todo lo que quisiera decirte no está dicho en las palabras. Enójate por ellas, si quieres, pero no dudes del cariño que las mueve.
Saluda a nuestros cronopios comunes y ponte las manos en los hombros, y serán mis manos.
Tu amigo, Julio.

2 comments:

Antonio said...

Admirable tu blog,que recuerda los asuntos y los modos de ese enormísimo cronopio que fue Don Julio y que fatalidad de los cronopios se nos murió;pero quedamos algunos que a palos y empujones lo traemos cada día a la vida.

cortázar said...

Muchas gracias Antonio. Me alegra encontrar más cronopios por aquí. Julio nos dejó muchas palabras, casi parece estar vivo entre nosotros.