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Wednesday, November 24, 2010

Elogio a la venganza


Poner la otra mejilla, resignarse ante las injusticias, considerar la capacidad de perdonar como una cualidad suprema, aceptar un agravio por considerarlo la voluntad de dios, rezar como única solución... Los poderosos siempre han tratado de inculcar a la gente llana el acatamiento pasivo de los males, para así poder exprimirla sin temor a que se rebele. La naturaleza necesita buscar el equilibrio para poder seguir evolucionando. El murciélago que consigue mucha sangre da al que no ha conseguido nada. Pero si ése posteriormente no da a otro hambriento, los demás murciélagos lo boicotearán por el bien de la especie. Si un cocodrilo engulle a uno de esos pájaros que le limpian la boca, los demás cocodrilos le atacarán por poner en riesgo una simbiosis que beneficia a todos.

Hemos sidos moldeados como buscadores insaciables del equilibrio, y la venganza es la herramienta necesaria para contrarrestar las incorrecciones. La sociedad recompensa a los buenos: calles con sus nombres, homenajes, premios que los recuerdan. A los malos, en cambio, los encarcela, los aparta del mundo, los condena. La sociedad no perdona, es vengativa, adjetivo al que los de arriba han logrado inculcar un sentido enormemente peyorativo. La justicia necesita premios y castigos. La venganza equilibra; es necesaria para que la balanza de la naturaleza permita el avance de la evolución. Un individuo ve una caja de periódicos, mete una moneda y los coge todos. Los que lo vean lo crucificarán, porque mediante su acto egoísta contribuye a la desaparición de unas máquinas cuya existencia beneficia a la comunidad. Se mira mal al que paga un rescate, porque si no hubiera rescates no habría secuestradores. La sed de venganza es un sentimiento innato que surge espontáneamente en todo ser vivo. Su ejecución dignifica y también ilumina, educa al prójimo. Tenemos un amigo dentro de un grupo que es siempre impuntual, está acostumbrado a que lo esperemos y a ni siquiera recibir una regañina por su falta. Un día decidimos no esperarlo. La próxima vez ese amigo se preocupará más por su puntualidad.






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