Buenas tardes a todos. En primer lugar agradecer a Germán, a Luis
Núñez, a Ana, la alcaldesa, y a Marisol de la AAVV que hayan hecho esto
posible. Yo solté la idea en las redes y ellos han sido los verdaderos
responsables de que saliera adelante. Creo que lo que hoy se va a hacer aquí es
justicia, porque es de justicia que esta biblioteca lleve el nombre de Juan.
Luis Núñez hace un mes me pidió un pequeño resumen sobre el porqué de ponerle
el nombre a la biblioteca. Voy a leer lo que le escribí: Juan Santervás Calero
habitó durante toda su vida en S. Fco de Olivenza. Desde muy joven se interesó
de una forma muy significativa por todos los aspectos relacionados con la
cultura. Poseía unos enormes conocimientos relativos a literatura, cine,
deporte, música... También, fue una persona muy involucrada en todos los
eventos y problemas sociales relativos a la comunidad. Trabajó de forma
altruista como entrenador de fútbol en las categorías inferiores del S. Fco.
Sus enseñanzas a los niños de S. Fco y S. Rafael siempre fueron más allá de las
puramente deportivas. Iba en su propio coche (y sin cobrar nada) a recoger y a
llevar a los chavales de S. Rafael para que pudieran entrenar en S.Fco. Durante
un periodo se ocupó de la biblioteca del pueblo. Fue el primero en ordenar los
libros y organizarlos escribiendo fichas y llevando un recuento de los
usuarios. Participó activamente en el fomento de la lectura. Aun siendo una
persona con una clara inclinación izquierdista y republicana, tuvo una
excelente relación con personas de todas las ramas políticas, siendo admirado y
alabado por todos. En esos pequeños foros rurales ilustró de muchas formas a
todas aquellas personas con menos acceso a la cultura. Hablaba mucho con los
adolescentes y sus consejos podían ir desde la lectura de un libro hasta el
camino que debían tomar en la vida. Contribuyó de forma desinteresada al
desarrollo del equipo de fútbol, siendo uno de los más importantes
colaboradores en toda su historia.
La última vez que vi a
Juan fue en Madrid en el hospital. Me dijo que teníamos que escribir entre los
dos la historia de lo que le había pasado y, después, señalándome un lugar en
el pecho, me dijo que era ahí, y precisamente ahí, donde sentía el apoyo de
todo el pueblo. Algo que no es extraño, porque Juan era una persona a la que
quería todo el mundo. Después de hablar con él en el hospital me quedé
convencido de que iba a salir adelante, por eso me sorprendió tanto la noticia
de su fallecimiento. Yo, aunque no vivo aquí, vengo bastante a menudo y nunca
me he acabado de ir, pero tras la muerte de Juan me pasé cuatro meses sin venir
al pueblo. No venía porque sabía que ya no me lo iba a encontrar, y no me hacía
a la idea de estar sentado en una terraza y que ya resultara imposible el hecho
de verlo aparecer, de poder charlar con él de libros, de cine (de su película
favorita Amanece que no es poco) o de fútbol, de verlo discutir con Gregorio o
de hacerle alguna broma a Ismael. Quería dilatar al máximo posible la llegada
del momento en que yo me sentara en la terraza del bar y supiera con total
seguridad que Juanito no iba a aparecer allí nunca más. He acabado volviendo al
pueblo, claro, y me ha sucedido algo extraño, porque siempre he seguido
teniendo la sensación de que Juan iba a volver a aparecer en cualquier momento,
de que iba a verlo de nuevo doblar la esquina y sentarse junto a mí con una
broma de las suyas, y todavía hoy sigo teniendo la sensación de que él no se ha
ido.
Antes de leer su poema favorito, escrito también por su poeta favorito,
para reafirmar lo dicho antes quería recordar algunos momentos con él que no
olvidaré. Una noche de hace 16 años, el día antes de irme al ejército a
Alicante, yo estaba un poco asustado y Juan se pasó media noche allí sentado, a
mi lado, tranquilizándome, contándome sus experiencias y haciéndome ver que
allí no iba a estar mal. Me ayudó un montón. También, siendo niños, una tarde
muy lluviosa Juan nos llevó en su Renault 5 a jugar a fútbol sala a Olivenza.
Nos metieron una buena paliza y Juan, para animarnos, a la salida nos invitó a
todos a un refresco en un bar, o, también, muchos años más tarde, el día en el
que di el pregón de las fiestas del pueblo, un vecino al que no le había
gustado una broma de mi pregón vino a por mí enfadado y Juan medió para que aquello
acabase en nada.
Leo el poema:
ELEGÍA
(En
Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con
quien tanto quería).
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra
que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor
sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se
agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo
invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro
mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de
nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano
madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la
vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras,
rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero
apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte
la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos
andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al
arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se
irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo
de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las
rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas
cosas, compañero del alma, compañero.
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